La loca de la puerta de al lado - Alda Merini - Traducción - Raquel Vicedo
Para Alda Merini, la loca de la puerta de al lado era la vecina. Para todos los demás, era ella. Alda lo sabía y, en vez de renegar de sí misma o esforzarse por encajar en la norma, reivindicó su locura como un elemento purificador, un arma poética. «La locura es también un vínculo mágico con la realidad, es una forma de sacar las púas para enfrentarse a un enemigo que tal vez no existe», escribe. Así, la loca parece menos demente y termina por convertirse en una suerte de profeta que, desde las puertas del infierno, relata la sacralidad de la vida a quien quiera escucharla.
En La loca de la puerta de al lado los recuerdos fluyen sin orden. Este libro, compuesto de cuatro partes —«El amor», «El secuestro», «La familia» y «El dolor»— es una bella confesión en la que la autora deja que sus ojos recorran un pasado lleno de lugares, amigos, amantes y sentimientos. Merini, inocente provocadora, nos ofrece una autobiografía lúcida y fantasiosa de grandes componentes líricos.
La locura es también un vínculo mágico con la realidad, es una forma de sacar las púas para enfrentarse a un enemigo que tal vez no existe, pero que sin duda ha preparado el terreno en la intimidad de su escondite secreto.
***
Siempre me he sentido cerca de la muerte. La he considerado una hermana desde que era una niña, porque sentía que era compañera del amor. He dialogado con ella, he retrasado su llegada, incluso la he amado.
***
No, la poesía no me importa demasiado: la poesía es una de las muchas manifestaciones de la vida. Es una forma de hablar y puede ser mala, buena, violenta o inútil. Es una forma de hacer teatro, una forma de disfrazarse. La poesía puede ser una máscara griega, un carnaval. Puede ser una dignidad que no se tiene, una dignidad que se sufre. Son tantas las definiciones de la poesía. Digamos que la literatura también puede ser una forma de sentir que se está loco.
Para Alda Merini, la loca de la puerta de al lado era la vecina. Para todos los demás, era ella. Alda lo sabía y, en vez de renegar de sí misma o esforzarse por encajar en la norma, reivindicó su locura como un elemento purificador, un arma poética. «La locura es también un vínculo mágico con la realidad, es una forma de sacar las púas para enfrentarse a un enemigo que tal vez no existe», escribe. Así, la loca parece menos demente y termina por convertirse en una suerte de profeta que, desde las puertas del infierno, relata la sacralidad de la vida a quien quiera escucharla.
En La loca de la puerta de al lado los recuerdos fluyen sin orden. Este libro, compuesto de cuatro partes —«El amor», «El secuestro», «La familia» y «El dolor»— es una bella confesión en la que la autora deja que sus ojos recorran un pasado lleno de lugares, amigos, amantes y sentimientos. Merini, inocente provocadora, nos ofrece una autobiografía lúcida y fantasiosa de grandes componentes líricos.
La locura es también un vínculo mágico con la realidad, es una forma de sacar las púas para enfrentarse a un enemigo que tal vez no existe, pero que sin duda ha preparado el terreno en la intimidad de su escondite secreto.
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Siempre me he sentido cerca de la muerte. La he considerado una hermana desde que era una niña, porque sentía que era compañera del amor. He dialogado con ella, he retrasado su llegada, incluso la he amado.
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No, la poesía no me importa demasiado: la poesía es una de las muchas manifestaciones de la vida. Es una forma de hablar y puede ser mala, buena, violenta o inútil. Es una forma de hacer teatro, una forma de disfrazarse. La poesía puede ser una máscara griega, un carnaval. Puede ser una dignidad que no se tiene, una dignidad que se sufre. Son tantas las definiciones de la poesía. Digamos que la literatura también puede ser una forma de sentir que se está loco.
Para Alda Merini, la loca de la puerta de al lado era la vecina. Para todos los demás, era ella. Alda lo sabía y, en vez de renegar de sí misma o esforzarse por encajar en la norma, reivindicó su locura como un elemento purificador, un arma poética. «La locura es también un vínculo mágico con la realidad, es una forma de sacar las púas para enfrentarse a un enemigo que tal vez no existe», escribe. Así, la loca parece menos demente y termina por convertirse en una suerte de profeta que, desde las puertas del infierno, relata la sacralidad de la vida a quien quiera escucharla.
En La loca de la puerta de al lado los recuerdos fluyen sin orden. Este libro, compuesto de cuatro partes —«El amor», «El secuestro», «La familia» y «El dolor»— es una bella confesión en la que la autora deja que sus ojos recorran un pasado lleno de lugares, amigos, amantes y sentimientos. Merini, inocente provocadora, nos ofrece una autobiografía lúcida y fantasiosa de grandes componentes líricos.
La locura es también un vínculo mágico con la realidad, es una forma de sacar las púas para enfrentarse a un enemigo que tal vez no existe, pero que sin duda ha preparado el terreno en la intimidad de su escondite secreto.
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Siempre me he sentido cerca de la muerte. La he considerado una hermana desde que era una niña, porque sentía que era compañera del amor. He dialogado con ella, he retrasado su llegada, incluso la he amado.
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No, la poesía no me importa demasiado: la poesía es una de las muchas manifestaciones de la vida. Es una forma de hablar y puede ser mala, buena, violenta o inútil. Es una forma de hacer teatro, una forma de disfrazarse. La poesía puede ser una máscara griega, un carnaval. Puede ser una dignidad que no se tiene, una dignidad que se sufre. Son tantas las definiciones de la poesía. Digamos que la literatura también puede ser una forma de sentir que se está loco.