La máquina de proyectar sueños - Cecilia Szperling
“Si toda infancia es una casa embrujada, entonces Cecilia Szperling es el mejor fantasma posible para recorrerla, hechizarla y
poseerla sabiéndose poseída pero también, volviéndonos lúcida y plenamente conscientes, a las pocas líneas, de que ya no esperamos otra cosa que el ser poseídos, como lectores, por su escritura. Una prosa y un fraseo y un estilo que sueña con ojos bien abiertos y
que parece ver más allá a la hora de rever más aquí: todo eso que sucedió pero sigue sucediendo en la siempre insomne memoria. Así, La máquina de proyectar sueños se enciende y —haciendo foco y poniendo lente y estrenando pantalla iniciática— revela una muy personal experiencia infantil aunque sin edad y que, desde el principio y finalmente, nos ilumina y nos reconoce y nos incluye y nos contiene a todos”.
Rodrigo Fresán
“Si toda infancia es una casa embrujada, entonces Cecilia Szperling es el mejor fantasma posible para recorrerla, hechizarla y
poseerla sabiéndose poseída pero también, volviéndonos lúcida y plenamente conscientes, a las pocas líneas, de que ya no esperamos otra cosa que el ser poseídos, como lectores, por su escritura. Una prosa y un fraseo y un estilo que sueña con ojos bien abiertos y
que parece ver más allá a la hora de rever más aquí: todo eso que sucedió pero sigue sucediendo en la siempre insomne memoria. Así, La máquina de proyectar sueños se enciende y —haciendo foco y poniendo lente y estrenando pantalla iniciática— revela una muy personal experiencia infantil aunque sin edad y que, desde el principio y finalmente, nos ilumina y nos reconoce y nos incluye y nos contiene a todos”.
Rodrigo Fresán
“Si toda infancia es una casa embrujada, entonces Cecilia Szperling es el mejor fantasma posible para recorrerla, hechizarla y
poseerla sabiéndose poseída pero también, volviéndonos lúcida y plenamente conscientes, a las pocas líneas, de que ya no esperamos otra cosa que el ser poseídos, como lectores, por su escritura. Una prosa y un fraseo y un estilo que sueña con ojos bien abiertos y
que parece ver más allá a la hora de rever más aquí: todo eso que sucedió pero sigue sucediendo en la siempre insomne memoria. Así, La máquina de proyectar sueños se enciende y —haciendo foco y poniendo lente y estrenando pantalla iniciática— revela una muy personal experiencia infantil aunque sin edad y que, desde el principio y finalmente, nos ilumina y nos reconoce y nos incluye y nos contiene a todos”.
Rodrigo Fresán