Las casas que arden - Ibán Manzano
Lo sobrenatural, ya sea en cine o en literatura, aparece allí donde la realidad se queda sin imágenes o sin palabras. Surge para ayudarnos a expresar todo aquello sobre nosotros mismos que no alcanzamos a expresar de otra manera. Los siete relatos que componen Las casas que arden nos muestran a personajes enfrentándose a un quiebre en su mundo ordinario: casi podríamos afirmar que cada una de estas historias supone una variante distinta de lo fantástico, una manera única y vibrante de contar cómo lo maravilloso permanece a nuestro alrededor agazapado, a la espera de que encontremos el valor para mirar.
Con la precisión que caracteriza a la mejor narrativa breve y apoyándose en unas premisas llenas de audacia, estas siete historias resultan fantásticas en la doble acepción del término y tan incendiarias como sugiere su título. Al mismo tiempo, son estudios de personaje narrados desde una profunda honestidad y con el convencimiento de que para obtener algo luminoso hay que pagar un alto coste a la oscuridad. Los protagonistas que desfilan a lo largo de sus páginas han de aprender a negociar con sus contradicciones y temores más arraigados mientras esperan una revelación que no será agradable, pero que los transformará radicalmente. Porque se puede sobrevivir a una casa que arde, pero nunca salir indemne.
J.A. Bayona
Lo sobrenatural, ya sea en cine o en literatura, aparece allí donde la realidad se queda sin imágenes o sin palabras. Surge para ayudarnos a expresar todo aquello sobre nosotros mismos que no alcanzamos a expresar de otra manera. Los siete relatos que componen Las casas que arden nos muestran a personajes enfrentándose a un quiebre en su mundo ordinario: casi podríamos afirmar que cada una de estas historias supone una variante distinta de lo fantástico, una manera única y vibrante de contar cómo lo maravilloso permanece a nuestro alrededor agazapado, a la espera de que encontremos el valor para mirar.
Con la precisión que caracteriza a la mejor narrativa breve y apoyándose en unas premisas llenas de audacia, estas siete historias resultan fantásticas en la doble acepción del término y tan incendiarias como sugiere su título. Al mismo tiempo, son estudios de personaje narrados desde una profunda honestidad y con el convencimiento de que para obtener algo luminoso hay que pagar un alto coste a la oscuridad. Los protagonistas que desfilan a lo largo de sus páginas han de aprender a negociar con sus contradicciones y temores más arraigados mientras esperan una revelación que no será agradable, pero que los transformará radicalmente. Porque se puede sobrevivir a una casa que arde, pero nunca salir indemne.
J.A. Bayona
Lo sobrenatural, ya sea en cine o en literatura, aparece allí donde la realidad se queda sin imágenes o sin palabras. Surge para ayudarnos a expresar todo aquello sobre nosotros mismos que no alcanzamos a expresar de otra manera. Los siete relatos que componen Las casas que arden nos muestran a personajes enfrentándose a un quiebre en su mundo ordinario: casi podríamos afirmar que cada una de estas historias supone una variante distinta de lo fantástico, una manera única y vibrante de contar cómo lo maravilloso permanece a nuestro alrededor agazapado, a la espera de que encontremos el valor para mirar.
Con la precisión que caracteriza a la mejor narrativa breve y apoyándose en unas premisas llenas de audacia, estas siete historias resultan fantásticas en la doble acepción del término y tan incendiarias como sugiere su título. Al mismo tiempo, son estudios de personaje narrados desde una profunda honestidad y con el convencimiento de que para obtener algo luminoso hay que pagar un alto coste a la oscuridad. Los protagonistas que desfilan a lo largo de sus páginas han de aprender a negociar con sus contradicciones y temores más arraigados mientras esperan una revelación que no será agradable, pero que los transformará radicalmente. Porque se puede sobrevivir a una casa que arde, pero nunca salir indemne.
J.A. Bayona