Rosa Mística - Marosa di Giorgio

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Si nada persiste en su ser, cualquier individuo puede fundirse en su contrario y por ello el gran modelo del mundo de Marosa di Giorgio es erótico: César Aira ha intuido que sus relatos eróticos de la última época no difieren mucho de su poesía porque se diría que “toda su obra confluye hacia el erotismo”. [...] En sus historias no hay parejas convencionales de hombres y mujeres: la realidad copula en cualquiera de sus términos femeninos y masculinos, no importa su identidad, sean ángeles, hurones o niñas. Con formas fálicas, concavidades de vulva, humores, bisbiseos, intenciones, raptos, esponsales, todo el dinamismo del amor es la verdadera potencia del cosmos, donde los seres se atraen e interpenetran, y los signos se dilatan, levan, estallan. Rara vez en la literatura puede hallarse semejante éxtasis sexual, esa inocente inventiva obscena, esa alegría ritual, esa sombría y peligrosa corporalidad imantada.

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Si nada persiste en su ser, cualquier individuo puede fundirse en su contrario y por ello el gran modelo del mundo de Marosa di Giorgio es erótico: César Aira ha intuido que sus relatos eróticos de la última época no difieren mucho de su poesía porque se diría que “toda su obra confluye hacia el erotismo”. [...] En sus historias no hay parejas convencionales de hombres y mujeres: la realidad copula en cualquiera de sus términos femeninos y masculinos, no importa su identidad, sean ángeles, hurones o niñas. Con formas fálicas, concavidades de vulva, humores, bisbiseos, intenciones, raptos, esponsales, todo el dinamismo del amor es la verdadera potencia del cosmos, donde los seres se atraen e interpenetran, y los signos se dilatan, levan, estallan. Rara vez en la literatura puede hallarse semejante éxtasis sexual, esa inocente inventiva obscena, esa alegría ritual, esa sombría y peligrosa corporalidad imantada.

Si nada persiste en su ser, cualquier individuo puede fundirse en su contrario y por ello el gran modelo del mundo de Marosa di Giorgio es erótico: César Aira ha intuido que sus relatos eróticos de la última época no difieren mucho de su poesía porque se diría que “toda su obra confluye hacia el erotismo”. [...] En sus historias no hay parejas convencionales de hombres y mujeres: la realidad copula en cualquiera de sus términos femeninos y masculinos, no importa su identidad, sean ángeles, hurones o niñas. Con formas fálicas, concavidades de vulva, humores, bisbiseos, intenciones, raptos, esponsales, todo el dinamismo del amor es la verdadera potencia del cosmos, donde los seres se atraen e interpenetran, y los signos se dilatan, levan, estallan. Rara vez en la literatura puede hallarse semejante éxtasis sexual, esa inocente inventiva obscena, esa alegría ritual, esa sombría y peligrosa corporalidad imantada.