Santas y Mártires - Rafael de Jaime Juliá
Un pequeño lío familiar que tiene que ver con una novelita pornográfica y una carrera hacia el Senado hace que Moran Gabor, diletante, bon vivant, fábrica de aforismos, enemigo íntimo de sus enemigos e intelectual que siente que las musas le han abandonado, acabe como guionista de una película de romanos rodada en
aquel Madrid de los sesenta que se convirtió en un gran plató de Hollywood y en el que los yanquis y poderosos tenían carta blanca para todos los placeres que a los españoles de a pie les estaban prohibidos. Aquella ciudad que al principio le parece gris y aburrida acaba asomándolo a un abismo de divas imposibles, musas de cabarets parisinos, efebos de vida alegre, marqueses de vida aún más alegre, folclóricas desnortadas y productores tiránicos, todos ellos en un momento crucial de sus vidas y decididos a agarrarse a un clavo ardiendo con nombre y apellidos: Moran Gabor.
Con una prosa que parece haber macerado durante décadas y los diálogos chispeantes que ya estaban en Calypso (de la que Santas y mártires funciona como spin off), Rafael de Jaime Juliá ha creado una historia que a veces parece de Capote y otras de Berlanga en la que colisionan personajes propios de una screwball comedy y otros dignos de un esperpento. No parece escrita aquí y no parece escrita ahora, pero resuena poderosamente en cualquier momento y lugar por su reivindicación del poder de la palabra, su alegato a favor de la intuición y su defensa firme y necesaria de los placeres y de la belleza, ya sea por parte de chaperos o marqueses, ya sea en palacios o en tabernas.
Guillermo Alonso
Un pequeño lío familiar que tiene que ver con una novelita pornográfica y una carrera hacia el Senado hace que Moran Gabor, diletante, bon vivant, fábrica de aforismos, enemigo íntimo de sus enemigos e intelectual que siente que las musas le han abandonado, acabe como guionista de una película de romanos rodada en
aquel Madrid de los sesenta que se convirtió en un gran plató de Hollywood y en el que los yanquis y poderosos tenían carta blanca para todos los placeres que a los españoles de a pie les estaban prohibidos. Aquella ciudad que al principio le parece gris y aburrida acaba asomándolo a un abismo de divas imposibles, musas de cabarets parisinos, efebos de vida alegre, marqueses de vida aún más alegre, folclóricas desnortadas y productores tiránicos, todos ellos en un momento crucial de sus vidas y decididos a agarrarse a un clavo ardiendo con nombre y apellidos: Moran Gabor.
Con una prosa que parece haber macerado durante décadas y los diálogos chispeantes que ya estaban en Calypso (de la que Santas y mártires funciona como spin off), Rafael de Jaime Juliá ha creado una historia que a veces parece de Capote y otras de Berlanga en la que colisionan personajes propios de una screwball comedy y otros dignos de un esperpento. No parece escrita aquí y no parece escrita ahora, pero resuena poderosamente en cualquier momento y lugar por su reivindicación del poder de la palabra, su alegato a favor de la intuición y su defensa firme y necesaria de los placeres y de la belleza, ya sea por parte de chaperos o marqueses, ya sea en palacios o en tabernas.
Guillermo Alonso
Un pequeño lío familiar que tiene que ver con una novelita pornográfica y una carrera hacia el Senado hace que Moran Gabor, diletante, bon vivant, fábrica de aforismos, enemigo íntimo de sus enemigos e intelectual que siente que las musas le han abandonado, acabe como guionista de una película de romanos rodada en
aquel Madrid de los sesenta que se convirtió en un gran plató de Hollywood y en el que los yanquis y poderosos tenían carta blanca para todos los placeres que a los españoles de a pie les estaban prohibidos. Aquella ciudad que al principio le parece gris y aburrida acaba asomándolo a un abismo de divas imposibles, musas de cabarets parisinos, efebos de vida alegre, marqueses de vida aún más alegre, folclóricas desnortadas y productores tiránicos, todos ellos en un momento crucial de sus vidas y decididos a agarrarse a un clavo ardiendo con nombre y apellidos: Moran Gabor.
Con una prosa que parece haber macerado durante décadas y los diálogos chispeantes que ya estaban en Calypso (de la que Santas y mártires funciona como spin off), Rafael de Jaime Juliá ha creado una historia que a veces parece de Capote y otras de Berlanga en la que colisionan personajes propios de una screwball comedy y otros dignos de un esperpento. No parece escrita aquí y no parece escrita ahora, pero resuena poderosamente en cualquier momento y lugar por su reivindicación del poder de la palabra, su alegato a favor de la intuición y su defensa firme y necesaria de los placeres y de la belleza, ya sea por parte de chaperos o marqueses, ya sea en palacios o en tabernas.
Guillermo Alonso