Experimentos acerca de la repetición de los días - Natalia Figueroa Gallardo
Medusas en la orilla
Plegadas a la tierra se ensanchan y contraen.
Una mujer las observa junto a un niño
introduce una vara en una de ellas, la da vuelta,
—Deben ser poco evolucionadas, opina,
y la deja ahí
mirando por sus cientos de ojos la tierra, el cielo,
las olas que en la noche la arrojaron — volverán tarde
a otro ser acercarse, recostarse junto a ella
a un par de ojos mirando los suyos
mientras expira.
Ceremonia
Traje un perro a punto de morir
comido por pulgas y moscas.
Le corté el pelo
limpié con asco su hocico.
Dormía cerca del fuego
gruñía si lo quería apartar
rehusé ponerle nombre
me gustaba su mirada dura
darle comida y que no lo agradeciera.
Ya recuperado devoró al chincol
que venía a mi jardín.
Al levantarle la voz respondió
con un potente ladrido
me obligó a bajar la vista
su cuerpo robusto
fácilmente me habría derribado.
En la madrugada comencé a tocarme,
sentía mi propio olor.
Sin darme cuenta el perro entró,
de un salto se puso encima mío
imponente
los ojos fijos.
Al otro día ya no estaba.
Es invierno otra vez, es tarde.
Si miro hacia el fuego
después de un rato, veo su rostro.
Medusas en la orilla
Plegadas a la tierra se ensanchan y contraen.
Una mujer las observa junto a un niño
introduce una vara en una de ellas, la da vuelta,
—Deben ser poco evolucionadas, opina,
y la deja ahí
mirando por sus cientos de ojos la tierra, el cielo,
las olas que en la noche la arrojaron — volverán tarde
a otro ser acercarse, recostarse junto a ella
a un par de ojos mirando los suyos
mientras expira.
Ceremonia
Traje un perro a punto de morir
comido por pulgas y moscas.
Le corté el pelo
limpié con asco su hocico.
Dormía cerca del fuego
gruñía si lo quería apartar
rehusé ponerle nombre
me gustaba su mirada dura
darle comida y que no lo agradeciera.
Ya recuperado devoró al chincol
que venía a mi jardín.
Al levantarle la voz respondió
con un potente ladrido
me obligó a bajar la vista
su cuerpo robusto
fácilmente me habría derribado.
En la madrugada comencé a tocarme,
sentía mi propio olor.
Sin darme cuenta el perro entró,
de un salto se puso encima mío
imponente
los ojos fijos.
Al otro día ya no estaba.
Es invierno otra vez, es tarde.
Si miro hacia el fuego
después de un rato, veo su rostro.
Medusas en la orilla
Plegadas a la tierra se ensanchan y contraen.
Una mujer las observa junto a un niño
introduce una vara en una de ellas, la da vuelta,
—Deben ser poco evolucionadas, opina,
y la deja ahí
mirando por sus cientos de ojos la tierra, el cielo,
las olas que en la noche la arrojaron — volverán tarde
a otro ser acercarse, recostarse junto a ella
a un par de ojos mirando los suyos
mientras expira.
Ceremonia
Traje un perro a punto de morir
comido por pulgas y moscas.
Le corté el pelo
limpié con asco su hocico.
Dormía cerca del fuego
gruñía si lo quería apartar
rehusé ponerle nombre
me gustaba su mirada dura
darle comida y que no lo agradeciera.
Ya recuperado devoró al chincol
que venía a mi jardín.
Al levantarle la voz respondió
con un potente ladrido
me obligó a bajar la vista
su cuerpo robusto
fácilmente me habría derribado.
En la madrugada comencé a tocarme,
sentía mi propio olor.
Sin darme cuenta el perro entró,
de un salto se puso encima mío
imponente
los ojos fijos.
Al otro día ya no estaba.
Es invierno otra vez, es tarde.
Si miro hacia el fuego
después de un rato, veo su rostro.