Velocidad de los jardines - Eloy Tizón

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Con la publicación en 1992 de Velocidad de los jardines, que cumple su vigésimo quinto aniversario, nació un libro que ha trascendido a diferentes generaciones como lectura indispensable del cuento contemporáneo. Su autor subrayaba las existencias de unos personajes que se debaten entre la banalidad y el prodigio; constituyen el pretexto para levantar una escritura cargada de sabores y olores, allí donde la memoria de cada cual inventa sus jardines, trafica sensaciones, protagoniza sombras, puesto que en este libro rápido y lento, el lector no encontrará otra velocidad que la que el tiempo impulsa ni viaje más difícil que el regreso a los pupitres.

 

Veinticinco años después, un mismo pero renovado Eloy Tizón confiesa en el prólogo: «Con este libro ha sucedido algo extraño. Lo tenía todo para ser olvidado y sin embargo, ya ves, no lo ha sido. Intentaste construirlo con materiales nobles, para que dure. Es una conspiración de los lectores; todo el mérito es suyo, de su constancia e interés. Has tenido mucha suerte, otros no han tenido tanta. Ahora lo ves lleno de tiempo. Pletórico de tiempo, otra vez nuevo».

 

De Velocidad de los jardines se ha escrito:«Probablemente, el libro de narrativa breve más reverenciado en este país en los últimos veinte años y, sin duda, el más influyente.  […] Velocidad de los jardines es poco menos que la piedra angular sobre la que se puede entender la última generación de relato breve en España. […] No hay ningún libro en España en los últimos veinte años, ni en narrativa, ni en ensayo, y creo que tampoco en poesía, que esté tan cerca de algo así. Solo por esto, por los servicios prestados, cada libro de Eloy Tizón se espera con una expectación excepcional, con una expectación que es ya muy rara en la literatura y que produce en el observador un calor peculiar». Miguel Carreira, Factor Crítico.

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Con la publicación en 1992 de Velocidad de los jardines, que cumple su vigésimo quinto aniversario, nació un libro que ha trascendido a diferentes generaciones como lectura indispensable del cuento contemporáneo. Su autor subrayaba las existencias de unos personajes que se debaten entre la banalidad y el prodigio; constituyen el pretexto para levantar una escritura cargada de sabores y olores, allí donde la memoria de cada cual inventa sus jardines, trafica sensaciones, protagoniza sombras, puesto que en este libro rápido y lento, el lector no encontrará otra velocidad que la que el tiempo impulsa ni viaje más difícil que el regreso a los pupitres.

 

Veinticinco años después, un mismo pero renovado Eloy Tizón confiesa en el prólogo: «Con este libro ha sucedido algo extraño. Lo tenía todo para ser olvidado y sin embargo, ya ves, no lo ha sido. Intentaste construirlo con materiales nobles, para que dure. Es una conspiración de los lectores; todo el mérito es suyo, de su constancia e interés. Has tenido mucha suerte, otros no han tenido tanta. Ahora lo ves lleno de tiempo. Pletórico de tiempo, otra vez nuevo».

 

De Velocidad de los jardines se ha escrito:«Probablemente, el libro de narrativa breve más reverenciado en este país en los últimos veinte años y, sin duda, el más influyente.  […] Velocidad de los jardines es poco menos que la piedra angular sobre la que se puede entender la última generación de relato breve en España. […] No hay ningún libro en España en los últimos veinte años, ni en narrativa, ni en ensayo, y creo que tampoco en poesía, que esté tan cerca de algo así. Solo por esto, por los servicios prestados, cada libro de Eloy Tizón se espera con una expectación excepcional, con una expectación que es ya muy rara en la literatura y que produce en el observador un calor peculiar». Miguel Carreira, Factor Crítico.

Con la publicación en 1992 de Velocidad de los jardines, que cumple su vigésimo quinto aniversario, nació un libro que ha trascendido a diferentes generaciones como lectura indispensable del cuento contemporáneo. Su autor subrayaba las existencias de unos personajes que se debaten entre la banalidad y el prodigio; constituyen el pretexto para levantar una escritura cargada de sabores y olores, allí donde la memoria de cada cual inventa sus jardines, trafica sensaciones, protagoniza sombras, puesto que en este libro rápido y lento, el lector no encontrará otra velocidad que la que el tiempo impulsa ni viaje más difícil que el regreso a los pupitres.

 

Veinticinco años después, un mismo pero renovado Eloy Tizón confiesa en el prólogo: «Con este libro ha sucedido algo extraño. Lo tenía todo para ser olvidado y sin embargo, ya ves, no lo ha sido. Intentaste construirlo con materiales nobles, para que dure. Es una conspiración de los lectores; todo el mérito es suyo, de su constancia e interés. Has tenido mucha suerte, otros no han tenido tanta. Ahora lo ves lleno de tiempo. Pletórico de tiempo, otra vez nuevo».

 

De Velocidad de los jardines se ha escrito:«Probablemente, el libro de narrativa breve más reverenciado en este país en los últimos veinte años y, sin duda, el más influyente.  […] Velocidad de los jardines es poco menos que la piedra angular sobre la que se puede entender la última generación de relato breve en España. […] No hay ningún libro en España en los últimos veinte años, ni en narrativa, ni en ensayo, y creo que tampoco en poesía, que esté tan cerca de algo así. Solo por esto, por los servicios prestados, cada libro de Eloy Tizón se espera con una expectación excepcional, con una expectación que es ya muy rara en la literatura y que produce en el observador un calor peculiar». Miguel Carreira, Factor Crítico.