Quiltras - Arelis Uribe
«Mi única arma de defensa es arrugar la frente, caminar rápido y esperar que no pase nada malo de aquí a mi casa».
Este libro lo protagonizan mujeres. Pobres. Adolescentes. Mestizas. Vagabundas. En Chile un quiltro es un perro callejero. Ellas lo son. Viven allí donde nadie quiere mirar, donde nadie quiere vivir. Están despertando a un mundo que les exige dejar de ser niñas. Sienten ansia, pero sólo tienen garantizada la decepción.
Con una admirable sencillez expresiva, Uribe hace hablar a las que nunca han alzado la voz. Niñas bisexuales, insurgentes, que habitan barrios que no aparecen en los mapas. Mujeres que confían más en los animales que en el ser humano. Su escritura oscila entre la brutalidad y la ternura, y en Quiltras perfila un retrato de lo invisible que muestra la particularidad de ser mujer y sobrevivir a ello.
«Mi única arma de defensa es arrugar la frente, caminar rápido y esperar que no pase nada malo de aquí a mi casa».
Este libro lo protagonizan mujeres. Pobres. Adolescentes. Mestizas. Vagabundas. En Chile un quiltro es un perro callejero. Ellas lo son. Viven allí donde nadie quiere mirar, donde nadie quiere vivir. Están despertando a un mundo que les exige dejar de ser niñas. Sienten ansia, pero sólo tienen garantizada la decepción.
Con una admirable sencillez expresiva, Uribe hace hablar a las que nunca han alzado la voz. Niñas bisexuales, insurgentes, que habitan barrios que no aparecen en los mapas. Mujeres que confían más en los animales que en el ser humano. Su escritura oscila entre la brutalidad y la ternura, y en Quiltras perfila un retrato de lo invisible que muestra la particularidad de ser mujer y sobrevivir a ello.
«Mi única arma de defensa es arrugar la frente, caminar rápido y esperar que no pase nada malo de aquí a mi casa».
Este libro lo protagonizan mujeres. Pobres. Adolescentes. Mestizas. Vagabundas. En Chile un quiltro es un perro callejero. Ellas lo son. Viven allí donde nadie quiere mirar, donde nadie quiere vivir. Están despertando a un mundo que les exige dejar de ser niñas. Sienten ansia, pero sólo tienen garantizada la decepción.
Con una admirable sencillez expresiva, Uribe hace hablar a las que nunca han alzado la voz. Niñas bisexuales, insurgentes, que habitan barrios que no aparecen en los mapas. Mujeres que confían más en los animales que en el ser humano. Su escritura oscila entre la brutalidad y la ternura, y en Quiltras perfila un retrato de lo invisible que muestra la particularidad de ser mujer y sobrevivir a ello.