Las modernas - Ruth Prada
Una evocadora novela sobre los retos que tuvieron que afrontar las primeras universitarias españolas.
1928. Catalina viaja a Madrid contra la voluntad de su madre para estudiar Farmacia y se instala en la Residencia de Señoritas. Su ilusión, su pasión y sus ganas de aprender pronto la llevarán a hacer nuevas amigas, a verse envuelta en los conflictos políticos de la época y a entrar en contacto con iconos feministas como Elena Fortún y María de Maeztu.
Su viaje de adolescente ingenua a mujer con deseos propios se verá marcado por un triángulo sentimental con dos jóvenes que representan mundos opuestos y, sobre todo, por las dudas entre el matrimonio y su vocación profesional. Porque, en esa época, una mujer sí debía elegir. ¿Conseguirá Catalina hacer realidad su mayor deseo?
Sobre el contexto histórico de la novela:
En 1915 se creó la Residencia de Señoritas, apenas cinco años después de que las mujeres consiguieran el derecho a matricularse libremente en una universidad. Que las chicas ocuparan las aulas era algo insólito y objeto de críticas; María de Maeztu, la directora de la Residencia durante los 21 años que existió, lo dejó escrito de esta manera: «El camino no puede ser más áspero y a veces las espinas me quitan la salud, pero la finalidad me parece cada vez más certera y luminosa».
De Maeztu puso todo su empeño en conseguir que las jóvenes de cualquier rincón del país tuvieran la oportunidad de recibir una educación superior y pudieran incorporarse al mundo laborar como profesionales. Pero la formación que recibieron las alumnas que pasaron por la Residencia fue mucho más allá del aspecto académico: las reuniones para el intercambio de ideas, los viajes culturales, las conferencias, la educación física y los intercambios con colleges femeninos de Estados Unidos también formaron parte del plan educativo.
La mayoría de las pioneras del primer tercio del siglo XX estuvieron vinculadas con la Residencia: María Zambrano, Maruja Mallo, Victoria Kent, Josefina Carabias, Delhy Tejero, Clara Campoamor, Zenobia Campubrí, Gabriela Mistral o Concha Méndez, fueron algunas entre otras muchas.
Una evocadora novela sobre los retos que tuvieron que afrontar las primeras universitarias españolas.
1928. Catalina viaja a Madrid contra la voluntad de su madre para estudiar Farmacia y se instala en la Residencia de Señoritas. Su ilusión, su pasión y sus ganas de aprender pronto la llevarán a hacer nuevas amigas, a verse envuelta en los conflictos políticos de la época y a entrar en contacto con iconos feministas como Elena Fortún y María de Maeztu.
Su viaje de adolescente ingenua a mujer con deseos propios se verá marcado por un triángulo sentimental con dos jóvenes que representan mundos opuestos y, sobre todo, por las dudas entre el matrimonio y su vocación profesional. Porque, en esa época, una mujer sí debía elegir. ¿Conseguirá Catalina hacer realidad su mayor deseo?
Sobre el contexto histórico de la novela:
En 1915 se creó la Residencia de Señoritas, apenas cinco años después de que las mujeres consiguieran el derecho a matricularse libremente en una universidad. Que las chicas ocuparan las aulas era algo insólito y objeto de críticas; María de Maeztu, la directora de la Residencia durante los 21 años que existió, lo dejó escrito de esta manera: «El camino no puede ser más áspero y a veces las espinas me quitan la salud, pero la finalidad me parece cada vez más certera y luminosa».
De Maeztu puso todo su empeño en conseguir que las jóvenes de cualquier rincón del país tuvieran la oportunidad de recibir una educación superior y pudieran incorporarse al mundo laborar como profesionales. Pero la formación que recibieron las alumnas que pasaron por la Residencia fue mucho más allá del aspecto académico: las reuniones para el intercambio de ideas, los viajes culturales, las conferencias, la educación física y los intercambios con colleges femeninos de Estados Unidos también formaron parte del plan educativo.
La mayoría de las pioneras del primer tercio del siglo XX estuvieron vinculadas con la Residencia: María Zambrano, Maruja Mallo, Victoria Kent, Josefina Carabias, Delhy Tejero, Clara Campoamor, Zenobia Campubrí, Gabriela Mistral o Concha Méndez, fueron algunas entre otras muchas.
Una evocadora novela sobre los retos que tuvieron que afrontar las primeras universitarias españolas.
1928. Catalina viaja a Madrid contra la voluntad de su madre para estudiar Farmacia y se instala en la Residencia de Señoritas. Su ilusión, su pasión y sus ganas de aprender pronto la llevarán a hacer nuevas amigas, a verse envuelta en los conflictos políticos de la época y a entrar en contacto con iconos feministas como Elena Fortún y María de Maeztu.
Su viaje de adolescente ingenua a mujer con deseos propios se verá marcado por un triángulo sentimental con dos jóvenes que representan mundos opuestos y, sobre todo, por las dudas entre el matrimonio y su vocación profesional. Porque, en esa época, una mujer sí debía elegir. ¿Conseguirá Catalina hacer realidad su mayor deseo?
Sobre el contexto histórico de la novela:
En 1915 se creó la Residencia de Señoritas, apenas cinco años después de que las mujeres consiguieran el derecho a matricularse libremente en una universidad. Que las chicas ocuparan las aulas era algo insólito y objeto de críticas; María de Maeztu, la directora de la Residencia durante los 21 años que existió, lo dejó escrito de esta manera: «El camino no puede ser más áspero y a veces las espinas me quitan la salud, pero la finalidad me parece cada vez más certera y luminosa».
De Maeztu puso todo su empeño en conseguir que las jóvenes de cualquier rincón del país tuvieran la oportunidad de recibir una educación superior y pudieran incorporarse al mundo laborar como profesionales. Pero la formación que recibieron las alumnas que pasaron por la Residencia fue mucho más allá del aspecto académico: las reuniones para el intercambio de ideas, los viajes culturales, las conferencias, la educación física y los intercambios con colleges femeninos de Estados Unidos también formaron parte del plan educativo.
La mayoría de las pioneras del primer tercio del siglo XX estuvieron vinculadas con la Residencia: María Zambrano, Maruja Mallo, Victoria Kent, Josefina Carabias, Delhy Tejero, Clara Campoamor, Zenobia Campubrí, Gabriela Mistral o Concha Méndez, fueron algunas entre otras muchas.