Madréporas - Silvia Mistral

£15.50
Sold Out

Prólogo de Mónica Jato

Dibujos y viñetas de Ramón Gaya

Las prosas líricas de Madréporas, que Silvia Mistral empezó a escribir durante el embarazo de su hija Silvia en 1942, constituyen una de las muestras más singulares de la literatura española escrita en el exilio, si bien no han recibido todavía la atención crítica que se merecen. Lo más interesante de estas estampas es cómo la autora articula una «subjetividad maternal» que resulta del todo original. A las históricas dificultades de las escritoras para acceder al discurso se suma una cultura de autoridad que la mujer-madre padece y a la que la autora responde con un libro que es mucho más que un libro femenino; presenta una maternidad relacional que desafía los binarismos y propone una experiencia conciliatoria e integradora del exilio.

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Prólogo de Mónica Jato

Dibujos y viñetas de Ramón Gaya

Las prosas líricas de Madréporas, que Silvia Mistral empezó a escribir durante el embarazo de su hija Silvia en 1942, constituyen una de las muestras más singulares de la literatura española escrita en el exilio, si bien no han recibido todavía la atención crítica que se merecen. Lo más interesante de estas estampas es cómo la autora articula una «subjetividad maternal» que resulta del todo original. A las históricas dificultades de las escritoras para acceder al discurso se suma una cultura de autoridad que la mujer-madre padece y a la que la autora responde con un libro que es mucho más que un libro femenino; presenta una maternidad relacional que desafía los binarismos y propone una experiencia conciliatoria e integradora del exilio.

Prólogo de Mónica Jato

Dibujos y viñetas de Ramón Gaya

Las prosas líricas de Madréporas, que Silvia Mistral empezó a escribir durante el embarazo de su hija Silvia en 1942, constituyen una de las muestras más singulares de la literatura española escrita en el exilio, si bien no han recibido todavía la atención crítica que se merecen. Lo más interesante de estas estampas es cómo la autora articula una «subjetividad maternal» que resulta del todo original. A las históricas dificultades de las escritoras para acceder al discurso se suma una cultura de autoridad que la mujer-madre padece y a la que la autora responde con un libro que es mucho más que un libro femenino; presenta una maternidad relacional que desafía los binarismos y propone una experiencia conciliatoria e integradora del exilio.