Cartas a Yves - Pierre Bergé

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«¡Qué mañana tan joven y hermosa hacía el día que nos conocimos! Librabas tu primera batalla. Aquel día conociste la gloria y, a partir de entonces, ya no os volvisteis a separar. ¿Cómo iba yo a imaginar que cincuenta años más tarde estaríamos aquí, cara a cara, y que yo me dirigiría a ti para un último adiós? Es la última vez que te hablo, la última vez que puedo hacerlo. Muy pronto, tus cenizas llegarán a la sepultura que te espera en los jardines de Marrakech.»
Así comienza la primera de las cartas que Pierre Bergé escribe a lo largo de poco más de un año, el año que sigue a la muerte de su compañero, amante y socio Yves Saint Laurent. Las Cartas a Yves son el canto de amor y muerte —el ‘diario de ausencia’— que Bergé dedica a la genial figura de Saint Laurent, pero también al hombre brillante, contradictorio y a veces terrible que fue Yves.

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«¡Qué mañana tan joven y hermosa hacía el día que nos conocimos! Librabas tu primera batalla. Aquel día conociste la gloria y, a partir de entonces, ya no os volvisteis a separar. ¿Cómo iba yo a imaginar que cincuenta años más tarde estaríamos aquí, cara a cara, y que yo me dirigiría a ti para un último adiós? Es la última vez que te hablo, la última vez que puedo hacerlo. Muy pronto, tus cenizas llegarán a la sepultura que te espera en los jardines de Marrakech.»
Así comienza la primera de las cartas que Pierre Bergé escribe a lo largo de poco más de un año, el año que sigue a la muerte de su compañero, amante y socio Yves Saint Laurent. Las Cartas a Yves son el canto de amor y muerte —el ‘diario de ausencia’— que Bergé dedica a la genial figura de Saint Laurent, pero también al hombre brillante, contradictorio y a veces terrible que fue Yves.

«¡Qué mañana tan joven y hermosa hacía el día que nos conocimos! Librabas tu primera batalla. Aquel día conociste la gloria y, a partir de entonces, ya no os volvisteis a separar. ¿Cómo iba yo a imaginar que cincuenta años más tarde estaríamos aquí, cara a cara, y que yo me dirigiría a ti para un último adiós? Es la última vez que te hablo, la última vez que puedo hacerlo. Muy pronto, tus cenizas llegarán a la sepultura que te espera en los jardines de Marrakech.»
Así comienza la primera de las cartas que Pierre Bergé escribe a lo largo de poco más de un año, el año que sigue a la muerte de su compañero, amante y socio Yves Saint Laurent. Las Cartas a Yves son el canto de amor y muerte —el ‘diario de ausencia’— que Bergé dedica a la genial figura de Saint Laurent, pero también al hombre brillante, contradictorio y a veces terrible que fue Yves.