Hasta aquí hemos llegado Voces para un nuevo activismo LGTBIQ+ - VVAA
El movimiento LGTBIQ+ parece estar en horas bajas. El mensaje que lanzan las asociaciones y colectivos tradicionales llega a la ciudadanía cada vez con mayor dificultad mientras los discursos de odio siguen avanzando de manera imparable.
Pero ¿existe otro activismo fuera del asociacionismo? Fuera de esos ámbitos, hay muchas más voces dispuestas a ofrecer ideas nuevas. Hay activismos más allá del activismo tradicional que conocemos y ha llegado el momento de hacer resonar esos mensajes que pueden abrirnos nuevos caminos y devolvernos la esperanza en un futuro mejor que tanto necesitamos. Es el momento de pararnos a conversar entre nosotras y gritar con rabia: «¡Hasta aquí hemos llegado!».
«Hoy más que nunca necesitamos sentir que allí donde alguien sufra una agresión no va a encontrar soledad, sino una familia dispuesta a protegerlo. Necesitamos ocupar con la cabeza bien alta todos los espacios sabiendo que nos tenemos los unos a los otros. Y que quienes se atreven a atacar a alguien por vestirse de una determinada manera o por ir cogido de la mano con su pareja sepan también que no van a quedar impunes y que tendrán respuesta. Sabemos que la LGTBIfobia se combate sobre todo abordando las causas, apostando por la educación, transformando la cultura y cerrando la puerta a los que inoculan y construyen el odio».
Del prólogo de Eduardo Rubiño
El movimiento LGTBIQ+ parece estar en horas bajas. El mensaje que lanzan las asociaciones y colectivos tradicionales llega a la ciudadanía cada vez con mayor dificultad mientras los discursos de odio siguen avanzando de manera imparable.
Pero ¿existe otro activismo fuera del asociacionismo? Fuera de esos ámbitos, hay muchas más voces dispuestas a ofrecer ideas nuevas. Hay activismos más allá del activismo tradicional que conocemos y ha llegado el momento de hacer resonar esos mensajes que pueden abrirnos nuevos caminos y devolvernos la esperanza en un futuro mejor que tanto necesitamos. Es el momento de pararnos a conversar entre nosotras y gritar con rabia: «¡Hasta aquí hemos llegado!».
«Hoy más que nunca necesitamos sentir que allí donde alguien sufra una agresión no va a encontrar soledad, sino una familia dispuesta a protegerlo. Necesitamos ocupar con la cabeza bien alta todos los espacios sabiendo que nos tenemos los unos a los otros. Y que quienes se atreven a atacar a alguien por vestirse de una determinada manera o por ir cogido de la mano con su pareja sepan también que no van a quedar impunes y que tendrán respuesta. Sabemos que la LGTBIfobia se combate sobre todo abordando las causas, apostando por la educación, transformando la cultura y cerrando la puerta a los que inoculan y construyen el odio».
Del prólogo de Eduardo Rubiño
El movimiento LGTBIQ+ parece estar en horas bajas. El mensaje que lanzan las asociaciones y colectivos tradicionales llega a la ciudadanía cada vez con mayor dificultad mientras los discursos de odio siguen avanzando de manera imparable.
Pero ¿existe otro activismo fuera del asociacionismo? Fuera de esos ámbitos, hay muchas más voces dispuestas a ofrecer ideas nuevas. Hay activismos más allá del activismo tradicional que conocemos y ha llegado el momento de hacer resonar esos mensajes que pueden abrirnos nuevos caminos y devolvernos la esperanza en un futuro mejor que tanto necesitamos. Es el momento de pararnos a conversar entre nosotras y gritar con rabia: «¡Hasta aquí hemos llegado!».
«Hoy más que nunca necesitamos sentir que allí donde alguien sufra una agresión no va a encontrar soledad, sino una familia dispuesta a protegerlo. Necesitamos ocupar con la cabeza bien alta todos los espacios sabiendo que nos tenemos los unos a los otros. Y que quienes se atreven a atacar a alguien por vestirse de una determinada manera o por ir cogido de la mano con su pareja sepan también que no van a quedar impunes y que tendrán respuesta. Sabemos que la LGTBIfobia se combate sobre todo abordando las causas, apostando por la educación, transformando la cultura y cerrando la puerta a los que inoculan y construyen el odio».
Del prólogo de Eduardo Rubiño