Tengo miedo torero - Pedro Lemebel
En el Santiago fantasmal y urgente de los años ochenta, entre cargas policiales y concentraciones por los desaparecidos, un joven militante que participa en un atentado contra Augusto Pinochet vive una relación con la Loca del Frente, un homosexual que lo ayuda en su acción contra el dictador.
Valiéndose de una prosa brillante y colorida, entremezclando acontecimientos íntimos y colectivos, Pedro Lemebel reconstruye, envolviéndola en oropeles y lentejuelas, al ritmo de boleros y canciones pasadas de moda, la realidad amarga y sórdida de la dictadura, abriendo fisuras en la narrativa sobre el pasado reciente de su país.
Tengo miedo torero entrelaza militancia política y disidencia sexual, escritura y oralidad, alta cultura y cultura popular. Todo tiene cabida en esta inolvidable historia de amor y amistad, considerada con justicia una de las obras fundamentales de la literatura latinoamericana contemporánea.
Lemebel no necesita escribir poesía para ser el mejor poeta de mi generación. Nadie llega más hondo que Lemebel.
—Roberto Bolaño
Pienso en quienes salieron del clóset gracias a Lemebel, pero no me refiero solamente –lo que ya sería bastante– a los que después de leerlo se atrevieron a enfrentar su identidad sexual, sino también a quienes, homosexuales o no, gracias a él descubrieron o redescubrieron el brillo y el poderío de las palabras, la necesidad de una escritura, su urgencia: porque escribir de verdad, mirando a quienes amamos y a quienes odiamos de frente, y sobre todo intentando, por más que cueste o que duela, mirar hacia el fondo de nosotros mismos, es siempre salir del clóset.
—Alejandro Zambra
A través de sus crónicas urbanas, Lemebel no sólo borraba las esquemáticas fronteras entre los géneros, sino que revitalizaba la literatura local y daba sentido ciudadano a las palabras que nos propinaba en la cara.
—Alejandra Costamagna
En el Santiago fantasmal y urgente de los años ochenta, entre cargas policiales y concentraciones por los desaparecidos, un joven militante que participa en un atentado contra Augusto Pinochet vive una relación con la Loca del Frente, un homosexual que lo ayuda en su acción contra el dictador.
Valiéndose de una prosa brillante y colorida, entremezclando acontecimientos íntimos y colectivos, Pedro Lemebel reconstruye, envolviéndola en oropeles y lentejuelas, al ritmo de boleros y canciones pasadas de moda, la realidad amarga y sórdida de la dictadura, abriendo fisuras en la narrativa sobre el pasado reciente de su país.
Tengo miedo torero entrelaza militancia política y disidencia sexual, escritura y oralidad, alta cultura y cultura popular. Todo tiene cabida en esta inolvidable historia de amor y amistad, considerada con justicia una de las obras fundamentales de la literatura latinoamericana contemporánea.
Lemebel no necesita escribir poesía para ser el mejor poeta de mi generación. Nadie llega más hondo que Lemebel.
—Roberto Bolaño
Pienso en quienes salieron del clóset gracias a Lemebel, pero no me refiero solamente –lo que ya sería bastante– a los que después de leerlo se atrevieron a enfrentar su identidad sexual, sino también a quienes, homosexuales o no, gracias a él descubrieron o redescubrieron el brillo y el poderío de las palabras, la necesidad de una escritura, su urgencia: porque escribir de verdad, mirando a quienes amamos y a quienes odiamos de frente, y sobre todo intentando, por más que cueste o que duela, mirar hacia el fondo de nosotros mismos, es siempre salir del clóset.
—Alejandro Zambra
A través de sus crónicas urbanas, Lemebel no sólo borraba las esquemáticas fronteras entre los géneros, sino que revitalizaba la literatura local y daba sentido ciudadano a las palabras que nos propinaba en la cara.
—Alejandra Costamagna
En el Santiago fantasmal y urgente de los años ochenta, entre cargas policiales y concentraciones por los desaparecidos, un joven militante que participa en un atentado contra Augusto Pinochet vive una relación con la Loca del Frente, un homosexual que lo ayuda en su acción contra el dictador.
Valiéndose de una prosa brillante y colorida, entremezclando acontecimientos íntimos y colectivos, Pedro Lemebel reconstruye, envolviéndola en oropeles y lentejuelas, al ritmo de boleros y canciones pasadas de moda, la realidad amarga y sórdida de la dictadura, abriendo fisuras en la narrativa sobre el pasado reciente de su país.
Tengo miedo torero entrelaza militancia política y disidencia sexual, escritura y oralidad, alta cultura y cultura popular. Todo tiene cabida en esta inolvidable historia de amor y amistad, considerada con justicia una de las obras fundamentales de la literatura latinoamericana contemporánea.
Lemebel no necesita escribir poesía para ser el mejor poeta de mi generación. Nadie llega más hondo que Lemebel.
—Roberto Bolaño
Pienso en quienes salieron del clóset gracias a Lemebel, pero no me refiero solamente –lo que ya sería bastante– a los que después de leerlo se atrevieron a enfrentar su identidad sexual, sino también a quienes, homosexuales o no, gracias a él descubrieron o redescubrieron el brillo y el poderío de las palabras, la necesidad de una escritura, su urgencia: porque escribir de verdad, mirando a quienes amamos y a quienes odiamos de frente, y sobre todo intentando, por más que cueste o que duela, mirar hacia el fondo de nosotros mismos, es siempre salir del clóset.
—Alejandro Zambra
A través de sus crónicas urbanas, Lemebel no sólo borraba las esquemáticas fronteras entre los géneros, sino que revitalizaba la literatura local y daba sentido ciudadano a las palabras que nos propinaba en la cara.
—Alejandra Costamagna