EFEBOS TRISTES La iconografía homosexual masculina en los dibujos de Federico García Lorca - JOSÉ LUIS PLAZA CHILLÓN

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El complejo mundo de los dibujos lorquianos está poblado por una diversa iconografía masculina protagonizada por clowns, pierrots, arlequines, marineros, gitanos, bandoleros, ángeles y santos. Dichas imágenes, de acendrada melancolía y marcado homoerotismo, corren paralelas a su obra poética y dramática; y buscan el cobijo que le procura siempre el metafórico mundo de la máscara. Federico García Lorca, a la vez que explora diferentes movimientos estéticos de vanguardia, elige el disfraz como un refugio que revelará las distintas secuencias de su estado anímico; y al mismo tiempo que acepta su sacrificio como homosexual, lo proyecta simbólicamente sobre este artificio carnavalesco exento de comicidad.La representación del payaso sugerida por el granadino forma parte de una larga serie de rasgos tipificados, que arranca del grotesco universo proporcionado por los personajes de la Commedia dell´Arte; mientras que la efigie del marinero superará la simple cotidianeidad pintoresca de representación formal vinculada al interior de los tugurios tabernarios o prostíbulos, para trascender psicológicamente, lo que evidenciará sus fantasmas homosexuales. Marineros y gitanos son dos de los temas más afines a su ilusionismo poético, y los que mejor ejemplifican su frustración sexual.Como si de un auténtico acto expiatorio se tratara, el acercamiento de Lorca a la imaginería religiosa puede ser considerado como una cierta experiencia mística equivalente a su propia abnegación. Lo que comienza como un mero entretenimiento festivo en sus populares figuras procesionales se convertirá con el tiempo en una forma de expresión personal de su intrincado mundo lírico, que acabará estallando como un auténtico torrente plástico en sus remilgadas figuras angélicas; adquiriendo una dimensión trágica y heterodoxa en imágenes como las de San José o San Sebastián. Todo este poliédrico programa iconológico rayano en la ambigüedad sexual abre, sin duda, una sugestiva puerta a la reflexión queer.

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El complejo mundo de los dibujos lorquianos está poblado por una diversa iconografía masculina protagonizada por clowns, pierrots, arlequines, marineros, gitanos, bandoleros, ángeles y santos. Dichas imágenes, de acendrada melancolía y marcado homoerotismo, corren paralelas a su obra poética y dramática; y buscan el cobijo que le procura siempre el metafórico mundo de la máscara. Federico García Lorca, a la vez que explora diferentes movimientos estéticos de vanguardia, elige el disfraz como un refugio que revelará las distintas secuencias de su estado anímico; y al mismo tiempo que acepta su sacrificio como homosexual, lo proyecta simbólicamente sobre este artificio carnavalesco exento de comicidad.La representación del payaso sugerida por el granadino forma parte de una larga serie de rasgos tipificados, que arranca del grotesco universo proporcionado por los personajes de la Commedia dell´Arte; mientras que la efigie del marinero superará la simple cotidianeidad pintoresca de representación formal vinculada al interior de los tugurios tabernarios o prostíbulos, para trascender psicológicamente, lo que evidenciará sus fantasmas homosexuales. Marineros y gitanos son dos de los temas más afines a su ilusionismo poético, y los que mejor ejemplifican su frustración sexual.Como si de un auténtico acto expiatorio se tratara, el acercamiento de Lorca a la imaginería religiosa puede ser considerado como una cierta experiencia mística equivalente a su propia abnegación. Lo que comienza como un mero entretenimiento festivo en sus populares figuras procesionales se convertirá con el tiempo en una forma de expresión personal de su intrincado mundo lírico, que acabará estallando como un auténtico torrente plástico en sus remilgadas figuras angélicas; adquiriendo una dimensión trágica y heterodoxa en imágenes como las de San José o San Sebastián. Todo este poliédrico programa iconológico rayano en la ambigüedad sexual abre, sin duda, una sugestiva puerta a la reflexión queer.

El complejo mundo de los dibujos lorquianos está poblado por una diversa iconografía masculina protagonizada por clowns, pierrots, arlequines, marineros, gitanos, bandoleros, ángeles y santos. Dichas imágenes, de acendrada melancolía y marcado homoerotismo, corren paralelas a su obra poética y dramática; y buscan el cobijo que le procura siempre el metafórico mundo de la máscara. Federico García Lorca, a la vez que explora diferentes movimientos estéticos de vanguardia, elige el disfraz como un refugio que revelará las distintas secuencias de su estado anímico; y al mismo tiempo que acepta su sacrificio como homosexual, lo proyecta simbólicamente sobre este artificio carnavalesco exento de comicidad.La representación del payaso sugerida por el granadino forma parte de una larga serie de rasgos tipificados, que arranca del grotesco universo proporcionado por los personajes de la Commedia dell´Arte; mientras que la efigie del marinero superará la simple cotidianeidad pintoresca de representación formal vinculada al interior de los tugurios tabernarios o prostíbulos, para trascender psicológicamente, lo que evidenciará sus fantasmas homosexuales. Marineros y gitanos son dos de los temas más afines a su ilusionismo poético, y los que mejor ejemplifican su frustración sexual.Como si de un auténtico acto expiatorio se tratara, el acercamiento de Lorca a la imaginería religiosa puede ser considerado como una cierta experiencia mística equivalente a su propia abnegación. Lo que comienza como un mero entretenimiento festivo en sus populares figuras procesionales se convertirá con el tiempo en una forma de expresión personal de su intrincado mundo lírico, que acabará estallando como un auténtico torrente plástico en sus remilgadas figuras angélicas; adquiriendo una dimensión trágica y heterodoxa en imágenes como las de San José o San Sebastián. Todo este poliédrico programa iconológico rayano en la ambigüedad sexual abre, sin duda, una sugestiva puerta a la reflexión queer.